Hace una semana leí sobre un juego del cual  jamás había oído hablar: Hearthstone. Un juego de cartas creado por Blizzard basado en su extenso y gordopecero universo del Word of Wardcraft y que era Free to Play. Nunca he tenido interés en los juegos de Blizzard y mucho menos de su buque insignia. Tampoco soy muy amigo de los F2P ya que en su mayoría se basan siempre en la repetición de partidas online que hacen que me aburra a los 5 minutos. Pero una especie de fuerza mayor me impulsó a mover el ratón y clicar en el botón de "Jugar gratis" de su página web.