[Opinión] Las ofertas de Steam: entre lo humano y lo divino

No hay persona aficionada a los videojuegos que escape de las garras de Steam. La plataforma de Valve es líder en distribución digital y cada verano los jugadores se frotan las manos ante las ofertas que la compañía pone a disposición de los usuarios.

Hay determinadas ocasiones al año que marcamos en el calendario y en las que la empresa decide ofrecer descuentos relevantes de los títulos más esperados. En festividades como la Navidad o el inicio del periodo estival es posible encontrar títulos que experimentan una bajada de precio en algunos casos del 80%. Es un negocio exitoso y sin fisuras que cada año esperan con ganas miles de personas.

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Esperamos esto durante meses, no os engañéis

No voy a hablar de las ventajas y desventajas del modelo digital por el que todos los juegos que compramos podrían desaparecer si Valve un día cerrara el servicio, pero sí incidir en dos aspectos fundamentales que se me pasan por la cabeza cada vez que se avecinan estas ofertas: las exigencias del consumidor y la perspicacia del comerciante.

Me explico. Todos los años se escuchan comentarios como que las ofertas cada vez son menos interesantes o el recurrente «antes me hubiera dejado todo el dinero el primer día pero ya no tengo el mismo interés». Steam tiene una biblioteca de juegos enorme, descomunal, que cada día se va nutriendo de nuevos títulos. Siempre hay lanzamientos que esperamos y prueba de ello es consultar la lista de deseados de cualquiera de nosotros, pero nuestro nivel de exigencia ha aumentado conforme se nos cebaba de tantos juegos.

Hay debates en todo esto por los que pienso pasar de puntillas como la forma en la que se ha devaluado el valor de los juegos a base de bundles o el vacío insondable que nos recorre el cuerpo cuando descubrimos que solo hemos jugado al 10% de todo nuestro catálogo.

Gráficos como estos nos demuestran el éxito mundial de estas promociones
Gráficos como estos nos demuestran el éxito mundial de estas promociones

Sin embargo, hay algo evidente. Steam cada año tiene el difícil reto de mejorar sus ofertas anteriores a la vez que sacar mayor rentabilidad a su negocio. «Una oferta al 75% o el 50% no canibaliza una venta anterior. Lo que vemos en realidad es que ambas crecen. Una no se come a la otra. Si lo hiciera, no haríamos estas ofertas», reconocía en 2012 el jefe de desarrollo de Valve, Jason Holtman, en una entrevista con PC Gamer.

En estos tres años el ritmo de crecimiento que ha experimentado Steam ha sido abismal y la repercusión que alcanza cada oferta o lanzamiento –que se lo digan a Hatred– carece de cualquier referente similar. Las declaraciones de Holtman vienen a justificar que sus ofertas no afectan a las ventas anteriores -y presupongo que posteriores- del título, ¿pero cuántos alguna vez han querido un juego y no lo han comprado esperando a unas futuras ofertas? Es más, puede que estos días vosotros estéis deseando que Steam publique descuentos suculentos de aquel juego que durante meses habéis estado esperando.

No solo nosotros percibimos eso como usuarios, sino que compañías como Electronic Arts ya acusaron por aquel entonces a Valve de restar valor a los juegos con estas promociones. «Si esto fuera una simple cuestión de abaratar y, de algún modo, restar valor o una cuestión de que los cliente no quieren pagar más, entonces todo sería como una tienda de coches usados con una pegatina que no dice cuál es su precio real», argumentaba el jefe de Valve.

Cabe recordar que todas estas acusaciones de Electronic Arts vinieron originadas por el lanzamiento de Origin y la intención de la compañía de comprar Steam por 1000 millones de dólares aproximadamente. Sí, esto ya hace que toda queja hacia el servicio quede desacreditada, pero el valor de los juegos y el impacto anual de las ofertas sigue estando ahí.

Ningún servicio de distribución digital tiene un éxito semejante al de Steam
Ningún servicio de distribución digital tiene un éxito semejante al de Steam

El segundo de los puntos que quiero exponer va dirigido al propio negocio y aquello que no nos cuentan. Desde portales como Reddit informan de que 54 juegos han incrementado su precio en Steam días antes de que empiecen las ofertas de verano. Incluso hay casos en los que ha subido más de un 100% su precio base o DLCs de juegos como War Thunder en los que te banean de los foros si comentas el escansaloso fraude.

En Huntgames han creado una lista con todos los juegos afectados junto a los precios anteriores y actuales. Desde una perspectiva jurídica hay quien afirma que esto es una práctica ilegal o al menos alegal y desde un punto de vista ético es inadmisible.

Todo esto da igual. No generará ruido en los medios de comunicación, la mayoría de usuarios no se echarán las manos a la cabeza ni pasará absolutamente nada. Todo quedará eclipsado por artículos destinados meramente a rascar visitas del tipo «Guía de supervivencia de Steam» y la propia Valve lo sepultará con enormes carteles de rebajas de un 80% o 90% nada más entrar en la plataforma.

Esto va más allá de la picaresca que en tantas tiendas hemos visto con anuncios de «TODO DESDE 2€». Luego efectivamente el juego dialéctico esconde la absurda verdad de que no hay nada debajo de esa cantidad y todo sobrepasa los dos euros, pero a base de engaños nos resulta hasta simpático o divertido comprobar cómo se esfuerzan por captar nuestra atención con métodos tan ridículos.

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Lo de Steam no es una triquiñuela. No es una letra pequeña ilegible que nos reconoce el fraude, sino algo más serio y preocupante. Esto es lo que sabemos, no todo lo que hay. Aquí no hay nada lícito, sino un engaño al consumidor por la puerta de atrás.

A pesar de todo, seguiremos tirando billetes a la pantalla cada vez que Steam publique nuevas y locas ofertas, continuaremos quejándonos de que ya no son como antes y venderemos cromos para llegar por unos céntimos a ese juego del que nunca hemos oído hablar y ahora queremos tener. Gabe Newell se ha convertido en una seña de identidad de lo que debe ser un buen negocio para los consumidores, un perfil casi divino que comete errores humanos.

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