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Nombre: Kenzô Tenma

Primera aparición: Big Comic Original (1994)

Creador: Naoki Urasawa

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En las dos ocasiones en las que hablé de personajes de Death Note (Ryuk y L) expliqué que, pese a ser una muy buena serie, el hecho de que le metiesen con calzador elementos Shonen (público adolescente) un tanto rancios deslucía bastante su resultado final. Desde mi punto de vista, se hubiera visto enormemente favorecida dentro del Seinen (adultos), el cual se encuentra, en principio, más libre de esos clichés. De hecho, a primera vista tanto su planteamiento como su grafismo parecían pensados para ello.

No obstante, conozco otra serie manga de thriller psicológico a la que no han tocado todos estos tópicos y que, por lo tanto, mantiene su estilo serio, oscuro y adulto de principio a fin. Se trata de Monster, de Naoki Urasawa. En concreto, el personaje a retratar será Kenzô Tenma, el protagonista cuyas acciones constituirían el desencadenante de la trama.

Un neurocirujano excepcional y obediente

La historia da comienzo en 1986, en la República Federal Alemana (RFA o Alemania Occidental). En el hospital Memorial Eisler, en Düsseldorf, había un doctor que sobresalía muy por encima del resto. Se trata de Kenzô Tenma, un joven neurocirujano de origen japonés de habilidades excepcionales y cuya proyección de futuro era aún más brillante. Predilecto del presidente del hospital por méritos propios (era el único capaz de curar daños cerebrales irreparables para el común de los mortales), se veía obligado a mostrar un trato preferente a aquellos pacientes que, por su dinero y poder, el centro no podía permitirse el lujo de perder, pese a que su inclinación natural era el de dedicarse a cada paciente en cuerpo y alma sin distinción.

Sus operaciones prácticamente se cuentan por éxitos.

Los reproches de la mujer turca le llegaron al alma.

El Tenma de aquella época era el de un joven de aspecto risueño y despreocupado, aunque también algo apocado y falto de iniciativa. Nunca se atrevía a contradecir al presidente, como tampoco podía con su hija, Eva Heinemann, con quien estaba prometido (es decir, que aparte de médico principal de la sección de neurocirugía y mano derecha del presidente, también era futuro yerno de éste). El primero tenía un carácter severo y autoritario, y en realidad estaba más preocupado por ganar dinero que por curar a sus pacientes. Tanto es así que incluso ordenó a Tenma cancelar sus investigaciones (las cuales hubiesen supuesto una revolución en la neurocirugía) para ocuparse de otras tareas más rentables. Su hija, por su parte, era una mujer materialista, frívola y enormemente egocéntrica, que sólo quiere al médico nipón por su cargo y el trato de favor que tiene con su padre, así como por su predisposición a concederle servilmente cada uno de sus caprichos.

Todo cambió cierto día en el que se le acercó la mujer de un trabajador turco recientemente fallecido en ese mismo hospital. Desconsolada, le reprochó que, de haberle atendido antes (pues él había llegado primero al área de urgencias), ahora estaría vivo. En lugar de eso, y siguiendo fielmente las instrucciones del presidente, había atendido a una famosa cantante, a la que logró salvar la vida. Aquello afectó profundamente al médico japonés, a lo que contribuyó la fría aseveración de su prometida cuando le contó lo sucedido. Afirmó sin inmutarse que, “simplemente, no todos somos iguales”, o lo que es lo mismo, unas vidas valen más que otras. A raíz de aquello, una parte de él decidió rebelarse, y muy pronto encontraría la ocasión propicia para ello.

Las palabras de Eva le provocaron un impacto no mucho menor.

Aquel que revivió al “Monstruo”

Ese mismo día sobrevino un trágico suceso. El matrimonio Liebheart (un alto cargo de la RDA y su mujer, quienes habían pedido asilo político en Alemania Occidental) habían sido asesinados a sangre fría con sendos disparos. Sus hijos, unos gemelos de distinto sexo de apenas diez años, también se habían visto envueltos en la tragedia. El niño, Johan, había recibido un disparo en la cabeza y se encontraba en estado crítico, mientras que la niña, Anna, aunque había salido físicamente ilesa, se encontraba en un profundo estado de shock, mirando permanentemente al vacío con ojos abiertos de par en par con una permanente expresión de horror. Únicamente parecía capaz de pronunciar una frase imperativa bastante inquietante: “mátale”.

Johan se encontraba en estado crítico por un disparo en la frente.

El doctor Tenma se vio en una tesitura: salvar la vida del niño, quien había venido en primer lugar a la clínica, o al alcalde de la ciudad, quien, pese a haber llegado el último, debía ser salvado a toda costa para mantener intacta la buena imagen del hospital. Pese a que el director dio orden expresa de dar prioridad al segundo, en esta ocasión el joven neurocirujano optó por salvar la vida del pequeño. Como resultado, el político falleció, mientras que su joven paciente logró salvar la vida. Había logrado salvar la vida de un niño, pero su satisfacción pronto se vería ensombrecida por las represalias que le siguieron.

Deseó la muerte del director en presencia de un (aparentemente) inconsciente Johan.

Como consecuencia de su desobediencia, Tenma se vio despojado de la jefatura de neurocirugía y alejado del trato preferente que gozaba hasta el momento. Como consecuencia, su prometida le dejó para irse con el sustituto de éste. Profundamente contrariado, no pudo evitar maldecirles amargamente, a modo de desahogo, mientras se encontraba en presencia del convaleciente Johan, quien se suponía que seguía inconsciente. Su frustración incluso le llevó a decir que ese tipo de gente “estarían mejor muerta”. Poco se imaginaba lo que provocarían sus palabras, pues poco después tanto el director del hospital como dos altos cargos que habían participado en el desplazamiento de Tenma fallecieron a causa de unos caramelos envenenados. Simultáneamente, otro misterio sacudió el hospital: los dos gemelos habían desaparecido sin dejar rastro.

Los gemelos desaparecieron del hospital tras los trágicos acontecimientos.

Tras las huellas de Johan

Pasaron nueve años sin que se vuelva a saber nada de los hechos (se sucedieron casos de asesinatos en serie de parejas de mediana edad intranquilizaban a la policía, pero no parecían tener relación con éstos). Pese a que Tenma era el principal sospechoso en tanto que era quien más salía beneficiado de esas muertes (algo en lo que incidió particularmente el excéntrico inspector Lunge, un individuo de memoria fotográrica que “recupera” datos de su cerebro moviendo los dedos como si pulsase las teclas de un ordenador), la falta de pruebas posibilitó que le dejasen tranquilo. El nuevo director tomó en cuenta sus méritos como neurocirujano, por lo que volvió a ser jefe de neurocirugía y su carrera continuó sin mayores tropiezos hasta esas fechas.

El inspector Lunge no oculta sus sospechas sobre Tenma.

Todo se truncó el día en el que llegó a la camilla del doctor japonés un misterioso individuo que, durante una huida desesperada, había sido atropellado por un coche. Aquel hombre, que resultó ser un experto en el dominio de las ganzúas para forzar cerraduras y que había participado a título de cómplice en los delitos antes mencionados, parecía sumamente aterrado con la llegada del “Monstruo”. La policía había asignado a un agente como vigilante de la sala donde se encontraba convaleciente, pero cuando aquel infeliz descubrió que había sido asesinado, huyó despavorido. Tenma, que había llegado a congeniar con el paciente (algo muy habitual en él, pues, de hecho, todas las personas a las que trataba le tienen gran estima), sale a su encuentro en cuanto se entera de su ausencia y le encuentra en un edificio abandonado. Para su horror, contempla que es amenazado a punta de pistola por un joven rubio de rostro anormalmente sereno, que se presenta ante él como Johan, el niño al que salvó hace cerca de diez años. Así, muestra por primera vez su carácter criminal, al tiempo que le agradece haberle salvado la vida (confesó los asesinatos de los altos cargos del Memorial Eisler habían sido obra suya y aseguró que lo hizo porque fue el propio doctor quien dijo que deseaba sus muertes). Tras asesinar a su antiguo cómplice, emprende la fuga sin acabar también con la vida del doctor.


En su reencuentro, Johan confiesa su particular «agradecimiento».

Desde entonces, la vida de Kenzo Tenma dio un vuelco. Consumido por la culpa y el remordimiento, su expresión se volvió más seria y apesadumbrada, con un aspecto más descuidado, al dejarse el pelo largo y mostrar una barba de varios días. Era plenamente consciente de que él era el máximo responsable de que ese monstruo siguiese con vida y estaba dispuesto a hacer lo imposible por acabar con él. Esto le llevaría a investigar cualquier fuente de información que pudiese aportar el más mínimo indicio de su pasado. El hecho de que interfiriese en los planes de Johan acabó proporcionando pruebas contra él mismo (como una corbata suya que, por ciertos avatares, terminaron en la escena de un crimen), dando así a la policía la excusa perfecta para declararle en busca y captura. De este modo, se convirtió en un fugitivo de la justicia, pero ni siquiera eso le distrajo de su objetivo. Terminar con Johan era más importante que probar su propia inocencia.

Para acabar con Johan incluso aprendió a manejar la pistola.

Conclusión y recomendaciones

Kenzo Tenma es un neurocirujano de origen japonés residente en Dusseldorf, República Federal Alemana. Su talento excepcional ha permitido salvar innumerables vidas, pero el afán lucrativo del director del memorial Eisler suscita en él un dilema moral. Para su desgracia, la vez que decidió ignorar las órdenes de su superior y atender a un niño provocó que terminase salvando al que se mostraría como un peligroso asesino en serie. Torturado por la culpa, hará todo lo que esté a su alcance para enmendar su error.

Como ya he dicho en la introducción, y sesgo ideológico aparte, Monster tiene una historia verdaderamente adulta. Sus personajes tienen una personalidad compleja y profunda, motivaciones bien fundadas y nada artificiales y, aunque hay algunos personajes jóvenes (especialmente Johan y su hermana, que adopta el nombre de Nina), también los hay adultos con una vida formada y con un papel en la historia bastante bien equilibrado y creíble, sin ceder casi todo el protagonismo a un personaje que todo lo puede.

En España, la serie ha sido publicada por Planeta DeAgostini. La primera edición, de 2001, consta de 36 tomos, mientras que la segunda (2009), más compacta, se compone únicamente de nueve volúmenes, siendo más parecido al formato de las novelas gráficas. Además, cabe destacar que existe una secuela en forma de novela titulada Another Monster: Informe de una investigación, escrita por el mismo autor del manga.

Monster #1 (2001).
Monster #1 (2009).

Por otra parte, Madhouse emitió en 2004 la serie anime, bastante fiel al manga.

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