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Nombre: Átomo Kid

Nombre Real: Eddie Stuart

Primera aparición: Atome Kid # 1: Infiltration martienne (1956)

Creadores: M. Bañolas (Mariano Hispano) y Adolfo Buylla.

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Si por algo se caracterizaba el cómic español clásico era por la importancia de la temática histórica y de aventuras de muchas de sus series, en contraposición al gran auge que experimentó el cómic de superhéroes en territorio estadounidense por esas mismas fechas. Pese a todo, llegaron a producirse en nuestro país algunas aventuras de ese calibre, ya sea adaptadas directamente de sus homólogos norteamericanos o más o menos inspirados en los mismos. Dentro de la primera clasificación tenemos a Ciclón el Superhombre (Superman) y Alas de Acero (Batman). Para el segundo tipo, destacan personajes más genuinos como Águila Negra (González y Ripoll, 1948), Capitán Sol (Amorós y Grau, 1948) o Superhombre (Llarch y Giralt, 1958). En cualquier caso, por lo general no solían cuajar en colecciones excesivamente largas.

Por otro lado, la influencia de la ópera espacial, siguiendo la estela de la mítica serie Flash Gordon, se dejó sentir en nuestro país en tebeos como El jinete del Espacio (Mallorquí y Darnís, 1947) o Vendaval, el Capitán Invencible (Mora y Vernal, 1956). Otra serie que se encuentra dentro de las influencias citadas en Átomo Kid (aunque, como veremos, técnicamente es casi más francesa que española), creado por M. Bañolas (Mariano Hispano) y dibujado por Adolfo Buylla, y, posteriormente, por Bayo (Braulio Rodríguez Ferrán) en 1956 para la editorial francesa Artima a petición de la española Toray.

Entre el científico tranquilo y el intrépido justiciero

Átomo Kid es un justiciero futurista con el típico traje ajustado (rojo, en este caso) que cubre todo el cuerpo y parte de la cabeza salvo la cara propiamente dicha, ocultada parcialmente con grandes gafas similares a las de un buzo para evitar ser reconocido y acompañada ocasionalmente con una escafandra en sus aventuras espaciales y submarinas. Otros complementos a destacar son unos protectores en los oídos y dos correas ajustadas a cada lado del tórax y, por supuesto, dos propulsores a su espalda que le permiten surcar libremente los cielos y una pistola adormecedora. En realidad, el traje es bastante corriente en la época, como también lo son las referencias a lo atómico como icono de modernidad. Tanto es así que, por ejemplo, la indumentaria de Adam Strange, un superhéroe de DC Comics que saldría apenas dos años después, no varía demasiado con respecto a éste.

Átomo Kid con su pistola adormecedora.
Átomo Kid con su pistola adormecedora.
Vemos el parecido de Adam Strange.
Nótese el parecido de Adam Strange.

Como todo superhéroe que se precie, cuenta con un par de características generales aplicables a muchos otros personajes del gremio. La primera es su carácter intrépido y su inquebrantable sentido de la justicia, que le llevará a ayudar desinteresadamente a cualquiera que necesite socorro, incluso si se trata del mismísimo enemigo. En segundo lugar, la existencia de una identidad secreta que oculta bajo la máscara, que como en el caso paradigmático de Superman y con respecto a Clark Kent, es antitética a la de su faceta superheroica. En efecto, bajo la personalidad del célebre científico estadounidense Eddie Stuart finge ser una persona apacible, pusilánime y asustadiza que rehúye cualquier situación de peligro, llegando a mostrar exageradas muestras de pánico cuando sobreviene alguna. Uno de sus grandes mantras como profesor Stuart es el de “no soy un hombre de acción”.

Interpretando el papel del científico gafotas y pusilánime.
Interpretando el papel del científico gafotas y pusilánime.

El matrimonio Stuart, aliado de la justicia

La vocación justiciera de nuestro protagonista hace que colaboración con la policía se deba producir necesariamente. Es habitual que ese contacto se produzca por medio del comisario Mallone, de Nueva York, cosa que frecuentemente hace en calidad del científico Eddie Stuart, sobre todo cuando tiene relación con asuntos fundamentalmente teóricos, tanto en lo que respecta a pormenores científicos o como colaborador en las pesquisas. Eso se debe a su genio deductivo, equiparable a su vocación como hombre de ciencia, que le convierte en un detective de facto, aunque esa perspicacia le es igualmente útil durante sus aventuras como superhéroe.  Para poder explicar este asesoramiento a la policía dice ser intermediario de Átomo Kid. Es  cuando el devenir de los acontecimientos exige entrar en acción cuando actuará directamente como justiciero anónimo. Pese a la suma ingenuidad que muestra el comisario al principio sobre lo curioso de esta situación, finalmente da a entender que conoce que ambas identidades corresponden a la misma persona, pues habría que estar ciego para no verlo.


Átomo Kid es recibido con los brazos abiertos por la policía.
Átomo Kid es recibido con los brazos abiertos por la policía.

Pamela llega a salvarle el pellejo en alguna ocasión.
Pamela llega a salvarle el pellejo en alguna ocasión.

Eddie Stuart está casado con Pamela, la cual es más que una esposa pasiva y ajena a las andanzas de su marido o, peor aún, la eterna damisela en apuros (aunque alguna vez llegue a tenerlos). En realidad, además de cónyuge de Átomo Kid, también es su compañera de aventuras (de hecho, visten el mismo traje), por lo que en numerosas ocasiones deberíamos hablar de un dúo justiciero en lugar de un héroe solitario. Si bien su carácter más prudente contrasta con la audacia y decisión y, en ocasiones, temeridad de su marido, también dará muestras de valentía cuando la situación así lo requiera. Obviamente, quien lleva la voz cantante y es, en última instancia, el artífice de los triunfos de las historietas es el propio Átomo Kid, pero el papel de pamela es bastante más activo que el de muchos personajes femeninos de la época. Tanto es así que no sólo su concurso se rebela crucial en algunos de los casos, sino que en algún momento llega a salvarle el pellejo (aunque sea éste quien se lleve al final todos los méritos). En general, el matrimonio Stuart acudirá a donde se le necesite, ya sea en la superficie terrestre, bajo el mar o en algún planeta del espacio exterior.

Eddie y Pamela trabajan bien en equipo.
Eddie y Pamela trabajan bien en equipo.

Conclusión y recomendaciones

Átomo Kid es un justiciero futurista cuyo principales poderes los constituyen sus avanzados conocimientos científicos, sus dotes deductivas y perspicacia, en combinación con la valentía y los nobles principios propios de este tipo de personajes. Sus instrumentos más útiles son sus propulsores a reactor y su pistola adormecedora. Pese a que suele llevarse todos los méritos (y las portadas), el apoyo incondicional de Pamela, su mujer, resultará fundamental en muchos de sus casos.

La serie Átomo Kid fue publicada en tierras galas por la editorial Artima en 35 números mensuales de carácter autoconclusivo, donde cosechó un gran éxito. Las primeras aventuras tenían una extensión de treinta y dos páginas, posteriormente reducidas a dieciséis. Hubo que esperar en torno a un año para que llegase al otro lado de los Pirineos de la mano de Toray, y debido a que no tuvo ni de lejos el mismo recibimiento (ya indiqué en la introducción lo poco que cuajaban por estos lares los cómics de superhéroes), sólo vieron la luz 16 ejemplares y en números desordenados con respecto a la colección original. Es más, los ejemplares en español son muy escasos incluso en el mercado de segunda mano, y hasta en los sitios web de “abandoware del cómic” (de donde pude sacar las ilustraciones del artículo) los números disponibles han sido traducidos ex profeso de las ediciones francesas. Es por ello que la principal recomendación es saber francés, pues la mayoría de los números de la serie original, más las reediciones, recopilatorios en forma de integrales e incluso (al parecer) nuevas colecciones publicadas en los setenta pueden obtenerse en dicho idioma. En España, en cambio, es toda una rareza.

Primer número de la colección francesa.
Primer número de la colección francesa.
Primer número de la colección española.
Primer número de la colección española.
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