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Nombre: Khanis Fhou

Otros alias utilizados:
El Mastín, el héroe del Volga

Primera aparición:
Carroñero (2015)

Creadores:
Ricardo Vilbor y Vicente Montalbá

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Desde el mismo instante en el que surgieron los primeros Estados y las guerras de conquista necesarias para la expansión de los mismos, se pusieron en marcha toda una serie de mecanismos ideológicos justificadores. Todos ellos, desde la dominación por derecho divino (Dios o los dioses así lo quieren) en la Antigüedad y la Edad Media y Moderna hasta la defensa y difusión de los nobles ideales de civilización y derechos humanos de los tiempos más recientes, servían y sirven para cubrir con una pátina más o menos legalista y honorable los descarnados intereses político-económicos a los que en realidad servían. En la época medieval tenemos la guerra santa y el Código de Caballería, cuyas supuestas virtudes quedan encarnadas en héroes de moral intachable cuyas andanzas fueron recogidas en los cantares de gesta. El cómic español tenemos al El Guerrero del Antifaz como el ejemplo más célebre y arquetípico de la síntesis de este modo de ver el mundo, tal como pudimos ver en su momento.

 

No obstante, en la actualidad este modelo está quedando cada vez más caduco. El desencanto y el nihilismo que va embargando a una parte importante de la sociedad, el hartazgo hacia los héroes tan perfectos como inverosímiles, sin equivalente posible en la vida real, y la máxima del “sálvese quien pueda” convertido en dogma han propiciado el terreno para la proliferación de personajes imperfectos, contradictorios e incluso abiertamente antiheroicos. Es precisamente este último perfil el que voy a tratar hoy mediante Khanis Fhou, el protagonista de Carroñero, de Vilbor y Montalbá. Pese a su carácter casi desconocido y al ínfimo recorrido de sus andanzas (una sola novela gráfica, y relativamente breve), lo considero interesante como contrapunto del guerrero de Manuel Gago.

Un asesino, ladrón y borracho llamado Khanis Fhou

khanis-fhou
Su apariencia no es la de un héroe.

Podría resumirse la figura de Khanis Fhou como la antítesis más radical posible de El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno o cualquier otro protagonista del cómic nacional de temática medieval que hayamos visto en el pasado, muy especialmente en época franquista. De gran estatura y fornido pero mal proporcionado, y de aspecto desagradable y nada agraciado, nos encontramos con un personaje despojado del más mínimo atisbo de cualquier cosa que suene a heroico. Su aspecto es sucio y desaliñado, con cabello lacio y barba de varios días, y su mirada apenas refleja vitalidad. Por el contrario, siempre predomina una expresión enajenada o ausente, en la que destaca una cicatriz de guerra en la zona de su ojo derecho.

Si bien le he llamado por su nombre, al comienzo de la historia no es más que un ladrón anónimo que se cuela en el templo de Tarsis, capital política y religiosa del Imperio Tarsiano, para saquear su tesoro, pues la guerra de conquista que ha emprendido el reino de Krieg contra ellos ha hecho que descuiden su vigilancia. Es aquí donde vemos la catadura moral de este individuo, que no duda en asesinar a sangre fría a un monje y a una mujer asaeteándola por la espalda cuando le descubrió en pleno robo (recordemos que El Guerrero del Antifaz se negaba a asesinar si no era “en buena lid” o cómo se lamentaba cuando su rival era una mujer, al ir en contra de sus principios golpear a una fémina). Por si fuera poco, después de dar muerte a unos cuantos centinelas más, atropella sin ningún miramiento a otra inocente tras hacerse con un caballo, emprendiendo así la huida. Desde ese instante, nos queda claro que estamos ante alguien codicioso y carente de todo honor y humanidad.

No duda en asesinar a una mujer desarmada por la espalda.
No duda en asesinar a una mujer desarmada por la espalda.

Si hubiera sido un bandido hábil, meticuloso y astuto hubiera salido con bien de esta, pero en el momento en el que hace alto en la posada sale a relucir su alcoholismo, su segundo gran defecto junto con la avaricia. En vez de atender a su lado racional, que le impelía ser discreto y ponerse en camino antes del alba, bebió hasta lograr tal grado de ebriedad que la emprendió a golpes con media posada. Como consecuencia no ello no pudo hacer nada cuando a la mañana siguiente fue sorprendido por unos soldados que realizaban reclutamientos forzosos de cualquier hombre adulto que encontraban en su camino para librar la guerra contra los kriegers, y que no dudaron en prenderle cuando descubrieron el botín, incautándolo en el acto para caer bajo la custodia del general Merkel.


Hizo justo lo contrario de lo que pensó.
Hizo justo lo contrario de lo que pensó.

“Héroe” a la fuerza

Una vez que las tropas montaron el campamento en las tierras de un infortunado anciano, nuestro aborrecible protagonista fue encadenado para acto seguido obligarle a hablar, pero la noticia de la llegada de una avanzadilla de las fuerzas enemigas por el cercano puente del Búho hizo que cambiasen los planes con respecto a él. Pasó a formar parte de un reducido grupo al que se le encargó la misión casi suicida de quemar el puente para evitar la pronta llegada del ejército de Krieg (el tiempo estimado de la llegada por esa vía era de sólo dos horas, mientras que dando un rodeo se prolongaría tres días. La llegada de refuerzos se estimaba en cuatro, aún insuficiente). Cuando parecía que la tarea estaba consumada, la conducta imprudente de un oficial provocó que fueran descubiertos. Aquí fue donde el bandido cautivo hizo alarde por primera vez de sus excelentes habilidades de combate, gracias a las cuales lograron quemar el puente con toda la ventaja táctica que ello suponía. De este modo se convirtió en uno de los “héroes del puente”, junto con el sargento y el cabo primero (los tres únicos supervivientes).

Khanis toma las riendas de la situación.
Khanis toma las riendas de la situación.

Por si esto no era suficiente para que cambiase por completo la percepción de los soldados con respecto a él, el sargento recordó su verdadera identidad en cuanto éste dijo su nombre. Fue así como rebeló que hace muchos años Khanis Fou fue capitán de la guardia de Roveri. No sólo eso, sino que era reconocido como el caballero más prestigioso de dicho reino, alguien aclamado en innumerables cantares de gesta, pero que, misteriosamente, había sido relegado al olvido. Su figura se fue agigantando entre la veneración que la alargada sombra de su leyenda suscitaba entre la tropa, sus innegables méritos en batalla y la alta mortandad entre la oficialidad. Pese a todo, él se limitaba a combatir por salvar su vida y aguardar el momento oportuno para huir con el tesoro bien lejos de allí. Con todo, cabe destacar que es el único de entre los presentes que sabe que esa guerra no es librada por motivos religiosos ni por antagonismos nacionales (los kriegers se refieren a ellos como “hermafroditas” al ser adoradores de un dios que es a la vez hombre y mujer), sino por meros intereses económicos.

En batalla es un ciclón sangriento.
En batalla es un ciclón sangriento.

Conclusión y recomendaciones

Khanis Fhou es simplemente un ladrón, asesino, borracho y pendenciero que tuvo la mala suerte de estar en el lugar y en el momento equivocados. Carece de cualquier objetivo en la vida que no sea el de escapar con las riquezas robadas en el templo más sagrado del reino en nombre del cual se ve obligado a guerrear. Pese a ser a todas luces un personaje despreciable, no deja de ser producto de una sociedad autodestructiva en el que la violencia endémica es norma. El gran enigma que rodea a este personaje (junto con el de si logrará salir con bien de esa o no) es cómo el caballero más grande del reino de Roveri llegó a ser el abyecto bandido que ahora conocemos.

¿Qué fue lo que le pasó?
¿Qué fue lo que le pasó?

Como ya indiqué en la introducción, la única obra que puedo recomendar es Carroñero, publicada por Ediciones La Cúpula, y que no creo que tengáis problema en encontrar en cualquier librería o tienda de cómics. Debo advertir que es extremadamente violento, con sangre y miembros amputados por doquier, y con alguna que otra escena de sexo, pero resulta interesante por sus detalles sociales y políticos, algunos de ellos sutiles y otros tan evidentes que son hasta cómicos.

carronero
Carroñero.
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