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[infobox color=»#81d742″] Título: Wolfenstein: The New Order

Plataforma: PC, PS3, PS4, Xbox 360, Xbox One

Desarrolladora: Machine Games

Publicado por: Bethesda

Género: First Person Shooter

Lanzamiento: 23/05/14

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Hay algo que personalmente me molesta bastante en algunos videojuegos, sobre todo los shooters, y es cuando se toman demasiado en serio a sí mismos. Cuando cogiendo un producto totalmente, digamos adolescente, intentan contar una historia adulta e interesante yendo más allá de los simples disparos y mostrando la crudeza de ciertos aspectos de su naturaleza como una personalidad tras el personaje, que le hace sentir y padecer, o lo dura que es en realidad la violencia. Ese intento de hacer una historia más madura, pero sin renunciar a la testosterona de masacrar a todo lo que se nos cruza me parece caer en un tremendo error. Wolfenstein es un poco eso, un intento de hacer una narración madura sobre el nazismo y sus atrocidades, pero con un lastre tremendo para ello, el gameplay.

 

Sin entrar a hablar de la famosa disonancia ludonarrativa, que la hay. Lo que más molesta de la narrativa de Wolfenstein es esa mezcla de situaciones y personajes, que por una parte pretenden mostrarte lo horrible que es la guerra y la violencia, no solo a través de las cinemáticas, sino a través de alguna que otra decisión en forma de dilema moral, pero por otra te muestran situaciones que parecen sacadas totalmente de un comic de superhéroes de los 60. Porque por mucho que intentes hacerme ver que la guerra no mola y que en ella se cometen actos brutales, si el villano (término que viene al pelo en esta situación) del juego es un nazi loco, con la cara desfigurada, que se hace llamar Calavera, pues como que no se puede tomar enserio.

Y es que es acojonante ver esa visión de “buenos y malos” que tiene el juego. Esa visión casi propagandística. Una una visión que uno abandona en la pubertad, y que le hace aprender que en ambos bandos siempre hay damnificados. Una visión que se nos muestra de las formas más evidentes, como que todos los soldados nazis tengan la misma apariencia agresiva, pertrechados con armaduras que no permiten que se les vea la cara desproveyéndolos de toda humanidad.

Si de verdad se pretendía hacer una historia profunda sobre esta oscura época de la Europa de mitades del siglo pasado, la banalidad del mal podría haber sido el tema escogido, por citar uno fácil y conocido. Pero claro, eso implicaría el ver que en el bando nazi no eran todos unos maníacos asesinos, y eso crearía demasiada polémica.

Quizá algunos ya habrán dejado de leer antes de llegar aquí, criticar un juego por su historia no tiene sentido, la importancia radica en la diversión, lo demás es secundario. Aunque no siempre pienso así, a Wolfenstein no se le pueden echar mucho en cara sus defecto narrativos ya que, al fin y al cabo estamos aquí para pegar tiros, a nazis a robots gigantes o a cualquier otra forma de vida malvada. Y con eso a Wolfenstein no le va mal.

De entrada llama muchísimo la atención la falta de modo online. Cosa que no había visto pasar desde hacía años en un juego de estas características, y es toda una delicia para los jugadores que, como yo, disfrutamos más con la campaña. Con esto ya podemos ir intuyendo que Wolfenstein es un FPS de la vieja escuela, un soter puro, donde las armas y el plomo son lo que más importancia tiene en el gameplay. Sin embargo, hay una serie de mecánicas que han añadido para darle más variedad al desarrollo del juego, que de otra manera, se haría bastante repetitivo.

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La primera, y la que a mi más me ha gustado, es el poder elegir entre combate directo y loco y el sigilo. En cada fase, tendremos la opción de elegir el camino de las sombras e ir abriéndonos paso con varias armas sigilosas como el cuchillo, la pistola con silenciador o los puñales arrojadizos. O podremos usar todo nuestro arsenal de armas, que además permite que llevemos dos a la vez, una en cada mano, y entrar en modo berserker arramblando con todo a nuestro paso.

Esta última opción es la que mejor está llevada a cabo, porque el sigilo no es que sea del otro mundo, pero así como por separado no funcionaría, o más bien se quedaría pobre, la mezcla de los dos es una absoluta delicia. Así como en otros juegos reiniciamos nivel si nos pillan, en Wolfenstein no se  crea esa necesidad, no supone una penalización. Precisamente debido a ese sigilo que cumple lo justo. Personalmente he encontrado un gran placer en ese cambio de ritmo, ese cambio de que te pillen agachado y con el cuchillo y ponerte en pie con una escopeta en cada mano y liarte a tiros con todo lo que se mueve sudando totalmente de las alarmas y los robots gigantes.  También hay un pequeño detalle que seguramente parezca una chorrada, pero que está muy mal elegido: el tener que pulsar un botón para recoger la munición. No viene muy bien este tipo de decisiones en estos shooters locos porque rompe totalmente el ritmo de juego el tener que ir buscando la muncición después de cada tiroteo, cuando se podría coger automáticamente

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Otro aspecto añadido es el de pequeños trozos de gameplay sin disparos que hay entre nivel y nivel, en los cuales nos dedicamos a hacer recadillos cutres para los personajes. Como llevar el café a la cabina del tren en el que viajamos o ir a buscar los planos de la cárcel en la que vamos a inflitrarnos en la próxima misión. Estos incisos están bien y mal. Por una parte, se agradece (sobre todo yo que no soy muy de pegar tiros sin parar) esa oxigenación entre tiroteo y tiroteo, haciendo que cada vez que entres en acción tengas las mismas ganas que al principio del juego.

Pero por otra parte no son para nada divertidos, ni siquiera se pueden tomar como momentos contemplativos. Recuerdo especialmente esos geniales momentos del Bioshock Infinite en los que te limitabas a observar tu entorno y maravillarte con él. Pero claro no es lo mismo estar mirando la vida en distintos sitios de Columbia que ir de aquí y allá en una misma base secreta de unos pocos metros cuadrados. Al final acaba cansando.

Estos momentitos de descanso se complementan con una buena variedad jugable que hace que el juego mantenga el tipo y no se vuelva aburrido ni repetitivo. Con algunos momentos bastante bien encontrados como hacernos subir una cuerda por la fachada de un castillo mientras nos defendemos como podemos de los enemigos que van saliendo o hacernos pilotar uno de los robots tochos que tanto acojonan.

El tema gráficos y apartado artístico es algo que pasa sin pena ni gloria. Simplemente se limita a hacer su trabajo. Cosa que me hizo no entender muy bien el porqué de esos 40 pedazo de gigas que pesa el juego.  También saltan a la vista algunos errores gráficos como la carga de texturas justo delante de ti. Pero aún así  es un juego que se ve bien, pasado por ese flitro granulado a lo Mass Effect que le da aspecto más cinematográfico. Mención especial a la fotografía y los planos en algunas de las secuencias de las cutscenes.

No me iré sin hacer mención a la estupenda banda sonora que nos acompaña, con algunos temas muy bien elegidos en ciertos puntos de la historia. Toda con ese tono Hendrix, como la canción que encabeza este artículo.

Está claro que Wolfenstein no destacará por tener un argumento extraordinario, pero no creo que nadie espere nada narrativamente brillante de este título, de hecho, me disculpo por esas críticas de inicio, quizá haya pecado de cinéfilo, pero no he podido evitarlo. Sobre lo que de verdad importa, Wolfenstein es un shooter que cumple los estándares y que, pese a sus errores y malas decisiones,  mantiene muy bien el tipo durante las 15-20 horas de campaña que tiene, todo gracias a una jugabilidad muy variada. Una nueva iteración de la saga que de haberse tomado menos en serio, hubiese conseguido ser una entrega redonda.

 

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