[Conociendo a…] L (Elle Lawliet)

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Nombre: L

Nombre real: Elle Lawliet

Otros alias utilizados: Ryuzaki, Hideki Ryuga

Primera aparición: Shōnen Jump (2004)

Creadores: Tsugumi Ōba y Takeshi Obata

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En la temporada pasada ya conté que Ryuk, el shinigami principal de la serie Death Note, muerto de aburrimiento, decidió dejar caer un cuaderno de la muerte en el mundo de los humanos para ver qué pasaba. También comenté cómo llegó a las manos de Light Yagami, quien decidió empezar a purgar criminales para hacer un mundo mejor (y por una megalomanía desmesurada). Pues bien, no pasó mucho tiempo hasta que empezó a cundir la psicosis colectiva. Estaba claro que tantas muertes por ataque al corazón de criminales condenados o presuntos no podían ser casualidades. El asunto desbordó por completo a las autoridades policiales de todos los gobiernos y llegó hasta el mismísimo Consejo de Seguridad de la ONU, quienes tomaron una decisión drástica: ponerse en contacto con L. Bajo ese escueto alias se escondía un detective sin igual, que durante años había ayudado a la policía de todo el mundo a resolver casos aparentemente sin solución (eso sí, cuando le interesaba). Un detective de talla mundial que, pese a todo, jamás había mostrado su rostro, ocultándolo bajo una gran L y empelando un distorsionador de voz. Será de este personaje de quien hable hoy.

El clásico rival Shonen

El trabajo de L no se presentaba nada sencillo. El asesino de masas al que empezaban a llamar Kira parecía una entidad etérea, aparentemente capaz de fulminar a cualquier “pecador” con su ira justiciera allá donde se encontrase. Con todo, contaba con una baza que no pensaba desaprovechar: el anonimato. Se jugó todo a una carta y, apelando al amor propio de ese tal Kira en un mensaje televisivo, logró tenderle una trampa que ponía a las claras que era impotente de matar a alguien si no disponía de una imagen de su cara (y, posiblemente, de su nombre). Es más, al mismo tiempo adivinó que era un japonés residente de la región de Kanto. Esta maniobra fue posible gracias a la colaboración de la policía japonesa, estrechando así el cerco paulatinamente en torno a él. Así dedujo que se trataba de un estudiante y de que, probablemente, pertenecía al entorno cercano de la policía. pues la información de la investigación había sido filtrada haciéndole cambiar el patrón de sus asesinatos. Dicha cooperación se hizo más estrecha cuando, a raíz de las dimisiones masivas de agentes ante el miedo de el asesino tomase represalias contra ellos, los pocos que quedaron (entre ellos el padre de Light, el inspector de policia de cuyo PC pudo obtener dicha información) consiguieron verse personalmente con él en un hotel de la ciudad donde se hospedaba.

Fue así como se descubrió que el gran detective que operaba en la sombra en realidad era un chico muy joven (en realidad tenía veinticinco años, pero aparentaba bastantes menos) en lugar de un hombre de mediana o avanzada edad, veterano y de sobrada experiencia. Además, su aspecto era el de un emo y un tanto enfermizo, al ser extremadamente delgado y pálido y presentar unas marcadas ojeras (por no hablar de que caminaba extremadamente encorvado y se sentaba de una forma muy peculiar). Watari, el anciano que llevaba el ordenador portátil a todas partes para efectuar sus videoconferencias, daba más el perfil que él.

L camina muy encorvado.
El comienzo de una clásica rivalidad Shonen.

Este hecho sin duda sería del todo sorprendente en la vida real, pero es muy previsible en el género Shonen, donde es habitual ver a dos personajes jóvenes rivalizar entre sí en distintos contextos pero de manera bastante análoga. La tendencia se confirmaría cuando decidió presentarse directamente ante Light (bajo el apodo de Hideki Ryuga, eso sí) una vez recabada la suficiente información sobre él como para concluir que era el único que encajaba en el patrón que andaba buscando (tanto en edad como en inteligencia). Esto le permitiría controlarle más de cerca, servirse en la medida de lo posible de sus capacidades y, paradógicamente, convertirlo en su “seguro de vida” en tanto que, en caso de morir, las sospechas recaerían automáticamente sobre el joven hijo del policía. A partir de entonces llegaron las escenas de “rivalidad escolar”, con partido de tenis incluido, peleas totalmente gratuitas y ese clásico conflicto emocional que fluctúa entre el odio más visceral y casi el amor platónico. Constituye el típico duelo de iguales, en definitiva, y que, visto desde otra perspectiva, hace añicos ese anonimato protector que mencioné anteriormente.

¿Asperger o simplemente excéntrico?

Siempre se sienta así.

Ya hemos visto que L es un chico joven de pelo negro peinado a lo emo, bastante delgado, paliducho y de grandes ojeras. Una ojeras que son fruto de sus escasas horas de sueño, sin que, contrariamente a lo que dictan las leyes de la biología, mermen sus capacidades cognitivas. Este aspecto, que ya de por sí indica cierto nivel de excentricidad, se complementa con su encovada forma de andar y, sobre todo, la posición fetal que adopta bajo cualquier situación mientras está sentado, flexionando las piernas en una posición de tensión no demasiado cómoda. A veces esa postura incluye situar las manos sobre las rodillas y contraer los dedos de los pies. Según manifiesta el propio personaje, en caso de sentarse en una posición “socialmente aceptada”, su capacidad deductiva caería en un 40% (normalmente suele expresarse usando términos porcentuales).

Por lo que respecta a su vestimenta, lleva invariablemente una camiseta blanca y pantalones vaqueros, ambos bastante holgados, y está descalzo siempre que tiene oportunidad. Cuando se ve forzado a llevar calzado al estar en la calle, se pone unas descuidadas deportivas blancas (sin calcetines), con los cordones apenas atados. Este rasgo tan llamativo ha llevado a algunos a aventurar que podría deberse a que padece hipersensibilidad al tacto, una teoría que también se apoya en la curiosa manera de agarrar los objetos (ya sean papeles, teléfonos, etc.) , siempre sosteniéndolos con la punta de los dedos como si quisiera reducir su contacto al mínimo posible.

L sostiene los objetos tratando de tocarlos lo menos posible.

El estilo de vida de L se puede considerar como sedentario a más no poder. Se pasa la mayor parte del tiempo recluido entre cuatro paredes, sin apenas contacto directo con otro ser humano que no sea Watari (o, excepcionalmente, con los agentes de policía con los que colabora), mientras está enfrascado en sus investigaciones. Eso sí, esas tareas son acompañadas con una serie de actividades estereorípicas tales como apilar objetos (sobre todo dulces y sus envases, de los que se alimenta en tales cantidades que harían morir de diabetes a cualquier ser humano normal) o juguetear con sus labios con el dedo pulgar, una actividad que emplea sobre todo cuando se halla en pleno estado de concentración (hay quien asocia este comportamiento con la autoestimulación o stimming propio de personas con espectro autista, como comentaré más adelante). Su actitud suele ser ensimismada, con la mirada perdida. La coherencia con esos rasgos salta por los aires cuando le vemos jugar al tenis como un tenista profesional o dominar las artes marciales cual Bruce Lee, todo un contrasentido para alguien que hace tan poco ejercicio físico.

Juguetear con su boca es uno de sus tics más recurrentes.
Parece disfrutar apilando cosas mientras reflexiona.

A nivel de personalidad, durante el curso de la investigación, el propio L admite tener similitudes con la de Kira. En particular su fuerte ego, su personalidad inmadura y su actitud marcadamente competitiva. De hecho, cuando en un momento dado las pesquisas no van por el rumbo que a él le gustaría, se muestra profundamente deprimido, mostrando una importante intolerancia a la frustración. También cabe destacar su carácter franco y directo. Detesta a los que no son sinceros y no parece preocuparle que su propia honestidad pueda ofender a otros. Esa falta de empatía queda patente en diversas situaciones, por muy triviales que sean.

Adivinar sentimientos ajenos parece costarle más que otros ejercicios mentales.

Todas estas características coinciden con un trastorno de desarrollo neuronal emparentado con el espectro autista conocido como síndrome de Asperger, por lo que no es raro que mucha gente se lo adjudique automáticamente a L. Con todo, resulta problemático asignar estas cosas a posteriori, y más a un personaje de ficción, ya que algunos de estos rasgos podrían ser circunstanciales. Por ejemplo, nadie nos dice que su baja tolerancia a la frustración y sus dejes infantiles no sea lo natural de alguien que se cree el mejor y no está acostumbrado a errar en sus deducciones. Su reclusión entre cuatro paredes ejerciendo actividades en solitario podría explicarse simplemente por la naturaleza secreta y arriesgada de su profesión, y el lenguaje formal y preciso en extremo puede no ser tan extraordinario en el contexto cultural japonés. Incluso su falta de empatía podría adjudicarse a la pura y simple dejadez. Además, y aunque no se pueda hablar de dicho trastorno como un todo, el hecho de que juegue continuamente al engaño y al despiste para tratar de pillar a Light en un renuncio no es algo con lo que muchos asperger se sentirían demasiado cómodos.


No destaca por su tacto y educación.

Yo pensaría en él más bien como uno de tantos de esos personajes distantes, poco familiarizados con los sentimientos propios y ajenos y, a veces, asociales (un arquetipo conocido en japonés como Kuudere) al que, además, han introducido dejes «autistizantes». Existen otros ejemplos en el mundo del manga/anime, aunque L es de largo el más excéntrico de los que conozco.

Cuando sus pesquisas no le condujeron donde quería se sintió deprimido.

Conclusión y recomendaciones

L es un detective de talla mundial que a menudo ha ayudado a la policía del mundo entero en aquellos casos que parecían irresolubles. Tras la pantalla con el gran logotipo de la L y la voz distorsionada se esconde un chico joven y bastante excéntrico, algo infantiloide, gran aficionado a los dulces, con conductas estereotípicas y sin demasiadas habilidades sociales, pero de gran brillantez deductiva. El pulso intelectual entre Light y él marcará el desarrollo de la trama de la serie.

Los dulces son su debilidad.

Ya expliqué en el artículo anterior (ir allí para ver las recomendaciones más en profundidad) que Death Note es un muy buen manga y relativamente atípico para un Shonen, pero que al fin y al cabo no deja de caer en los tópicos del mismo. De hecho, me queda la sensación de que podría haber llegado a ser una obra maestra si hubiese prescindido de todos esos elementos pensados para contentar a su público objetivo. Pero claro, ya no sería tan comercial, además de dejar de ser Shonen para pasar a ser lo considerado como Sheinen. La incorporación de L, aunque constituye un alivio cómico de una serie que hasta ese momento iba escalando en seriedad y tensión, acaba sacando de la historia (por lo menos a mí) por la poca credibilidad del personaje. Esa “ruptura” de sensaciones fue apuntalada cuando apareció la chica florero Misa Amane (la existencia de ambos personajes se debe al puro y simple fanservice, de hecho).

Death Note #2 (Glénat).
Death Note #5 (Norma).

A pesar de que parte de dichos problemas persistirían, la inclusión de L hubiera tenido un pase sin ese enfrentamiento cuasi colegial ni esas contradicciones profundas citadas. Por eso me gusta cómo trataron al personaje en la adaptación cinematográfica japonesa, donde le quitaron parte de los elementos de amor-odio tan estereotipados y, por supuesto, el partido de tenis y las peleas, convirtiéndolo en un personaje más coherente. Como su propio nombre indica, la tercera película, Death Note 3: L changes the world (2008) tiene como protagonista precisamente a L, aunque jamás tuve interés en verla al existir bastante unanimidad en que fue una secuela completamente innecesaria.

Death Note 3: L changes the world.

Por último, tenemos el L de la versión hollywoodiense (malísima tanto como película como adaptación, no la veáis) que, por razones obvias, físicamente no se parece en nada al original. Tampoco concuerda mucho su actitud con la del detective del manga y el anime, aunque sí que han respetado ciertos elementos del mismo, como su forma de sentarse y su afición por los dulces, dando como resultado una mezcolanza extraña que lo hace poco consistente.

El L del Death Note hollywoodiense.
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